lunes, 30 de enero de 2012

Hambre de banquero

Los seres humanos algún día acabaremos con el mundo pero es probable que antes de que llegue el apocalipsis los banqueros acaben con la raza humana. Entonces serán ellos los que, en medio de una explosión de caviar, coñac y mármol, verán el fin de los tiempos después de haber digerido a cuanto ejemplar de homo sapiens pisó alguna vez la tierra. Porque la ambición de un banquero, y de un billonario en general, es infinita e insaciable, y no existe alimento, bebida o fin que colme las expectativas de estos personajes.

En Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty, tal vez uno de los videojuegos más innovadores en todos los aspectos, desde una historia más allá de lo imaginado alguna vez por los creativos de Nintendo hasta un variado surtido de acciones y formas de jugar a los espías, la verdadera fuerza que mueve al mundo detrás del tinglado político son un grupo de hombres ricos y poderosos llamados “Los Patriotas”, que alguna vez se pusieron de acuerdo para controlar la sociedad entera a su antojo. La forma última de manipulación en el juego será una red censuradora que cuele y restrinja el contenido innecesario que circula en medios digitales. ¿Algún parecido con la realidad? Es probable. A lo mejor después de haber visto el lujo y el derroche, la abundancia brotando por un agujero en un palacete, el último juguete en el inventario de un banquero sea una sociedad.

Porque después de haberlo visto todo, comprado todo, tocado todo y sentido todo ¿Qué más puede saciar el asombro de un billonario? Cuando todo lo comprable se puede comprar y todo lo comible se puede comer ¿Qué puede llamar la atención de un ser humano? Por ejemplo ¿Qué desea un millonario para el desayuno? Yo sueño con levantarme un día y encontrar una mesa servida de pancakes, ponqués, panes de todas las latitudes del mundo, waffles, huevos revueltos con champiñones, maíz, queso, salami y cuanto ingrediente revolbible existe, pizzas frías que sobraron de un fiestón la noche anterior y cerveza helada con mariscos. Sueño con hacerlo realidad un día y puedo hacer de esto el objetivo último de mi vida. Un banquero en cambio solo tiene que hacer una llamada y ahí estará la mesa acompañada de dos más con bocados y delicias que mi mente todavía no ha imaginado. Un billonario no sacia sus ambiciones con esto. Por eso tal vez hayan escogido el siglo XXI, el año 2012, para agregar a su colección la próxima de sus propiedades: una civilización para jugar todos los días al papá y a la mamá.

Jose @joserueda123

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